ANDRES DORIGO

DIVERSO
Abril 2006

Lo espiritual como ordenador de la armonía universal
Andrés Dorigo presenta en el MAC una serie de obras que ha producido a lo largo de diferentes épocas de su vasta y extensa vida artística. Se trata de dibujos, pinturas, relieves y cerámicas.
Las resoluciones técnicas en este artista no son ortodoxas y se ve claramente que domina todos los recursos a los que apela para generar sus obras. Cada variante técnica, en Dorigo se transforma en un dominio absoluto de la materia en cuestión, con una paleta puramente personal, donde el color juega compositivamente, junto al tratamiento de grafismos y de formas, logrando una articulación de entrecruzamientos visuales muy poderosa. Toda esta convivencia de elementos plásticos envuelve a la obra de Dorigo en una atmósfera creada por él mismo, desde las diversas intensidades tonales, al punto de crear una nueva visión del color.
En cuanto a las imágenes que nos muestra Dorigo, siempre se impone lo humano como figura, como potente punto de excitación, administrado puntualmente en el plano, en forma concentrada, impactante e imponiendo su presencia absoluta.
A través de su manera de encarar y desarrollar sus obras, uno puede ver y luego comprender que existe un detenimiento reflexivo, que se ha convertido en una especie de segunda naturaleza, que le sirve para captar ciertos fenómenos presentes en la vida cotidiana y a la vez presentar lo espiritual como ordenador de la armonía universal. Así, la unidad de sentido se impone.
En especial en la pintura, nos muestra esta fuerza de enganches entre la psicología individual del artista, articulada con los mensajes cifrados que hay que saber recorrer, y en el reconocimiento, encontrar las formas de la jungla interpretativa de Dorigo, que a veces propone relatos indescifrables y códigos únicos.
Intensidad, solidez, serenidad, fuerza expresiva, pasión, exploración constante y dominio de la materia, son los lugares desde donde este artista se sitúa para hacer un reconocimiento vivencial creativo, para articular lo real con lo simbólico y, desde el valor de su propio estilo, en cada trazo que deja, nos dice lo que dice . . . y además . . . nos sugiere otras cosas.


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