“Las Gordas” de Domingo Sahda

En Estudio 24


Las Gordas
Miércoles 27 de octubre de 2010
Diario El Litoral

Lic. Stella Arber

A días de la exposición de obras en cerámica y técnicas mixtas de las gordas de Domingo Sahda se puede ver al artista en una de sus expresiones mas claras de su hacer artístico, la figura humana.

Las voluptuosas anatomías denotan estructuras corporales estudiadas hasta el extremo. En los visibles contornos de la piel, se encierran huesos y músculos, marcando la sustancia interna de las estructuras básicas de los cuerpos desnudos. Sahda sabe como hacerlo, la cercanía con la figura humana desnuda ha sido y es parte de toda su historia visual.

Hay una articulación en la complejidad precisa del equilibrio y el ritmo visual que las obras tienen y son las caprichosas curvas y contracurvas, las que determinan el vertiginoso recorrido de la mirada y dosifican visualmente las omnipresentes leyes que fija la construcción de la figura humana.

Ejecuciones exigidas, de modelos modificados arbitrariamente en su estructura, hasta hacerlos contornearse en una entrega corporal contrariada. Sahda lo hace a propósito, no economiza su búsqueda en los excesos, no se resigna con lo establecido, alude a otros órdenes, amplía el cosmos del lenguaje plástico, para que sus hombres y mujeres tengan cabida en la novedad de los esquemas propios.

Con muecas, deformaciones, desproporciones y fealdades provocadas, consigue dar nuevos significados al credo evolucionista de la naturaleza humana.

Figuras con patrones únicos, dan cuenta de un elocuente y silencioso testimonio, que no tiene anclaje heredado, ni sumisión a ninguna tendencia. En cualquier caso, desata un vigoroso espectro de recursos para lograrlo y pareciera que se prepara para el combate cuando transforma la arcilla y la hace penetrar sin fronteras, en la esfera biológica de la especie más avanzada.

Colores potenciados en un cromatismo insólito para la cerámica, Sahda utiliza técnicas variadas de intervención sobre sus piezas hasta dar con lo necesario para que los atuendos acompañen con intensidad los volúmenes corporales.

Sostenes al límite de su resistencia, albergan masas cárneas imposibles de contener. Lo que fueron pechos turgentes, ahora son bultos informes, amordazados por telas tensadas. Vientres abultados, volcados sobre las diminutas bombachas que se pierden estiradas entre glúteos deformados de celulitis.

Cuerpos femeninos con adiposidades expresas, disimuladas en su juventud, no pueden contenerse con el devenir de los años y afloran en un panorama desolador de grasas acumuladas.

Ellas igualmente ejercen su feminidad haciendo caso omiso de su apariencia, tomando en sus manos sus deseos carnales más primarios y los ejecutan, así podemos ver a las sadomasoquistas, encueradas a más no poder, llenas de tachas y con todos los arneses propios del género.

Apropiadas de su sexualidad, no hacen nada para ocultarse, despliegan con desparpajo sus lábiles cuerpos en una entrega total de goce humano.

Extremas, exageradas, grotescas pero en una dignidad superadora de la superficie visible, ellas controlan sus cuerpos y sus necesidades, cumplen sus sueños más codiciados, y dejan de lado prejuicios para ser quienes son y como son: Gordas.

Sahda deforma, amplifica, distorsiona y hasta metamorfosea la figura humana para que no pasen desapercibidas, para provocar sensaciones y hasta para jactarse que estos cuerpos están escondidos en cada mujer, aunque lo disimulemos y aunque luchemos por la línea del ideal de belleza conocido y establecido, así somos las mujeres según Sahda, estos cuerpos aparecerán en algún momento a pesar nuestro. Con claro conocimiento, se burla una y otra vez de lo que queremos ser, el sabe lo que vendrá, lo expresa en sus obras una y otra vez. Con la sorna que lo caracteriza, su mordaz imaginación así lo expresa.

Robustas matronas de cuerpos semidesnudos con pequeños bodys que cubren mínimamente algunas partes y descubren ex profeso otras. Los bordes con puntillas definen las siluetas voluptuosas de algunas prostitutas vestidas para el placer visual y físico de los que compren sus ratos de sexo con ellas.

No faltan los travestis, enfundados en equipos de fútbol, y hasta portando pelotas, como dando cuenta de una masculinidad fuertemente arraigada, aunque dos prótesis de siliconas puestas en su lugar, desdibujan al hombre para mostrar la mujer que intentan ser.

Sahda cree que está más allá del bien y del mal y no se priva de nada. Ejerce su pasión por el arte a través de estas obras con total libertad y desparpajo, agudo e incisivo, franco y provocador convierte al erotismo en un tema más de su repertorio visual y deja en claro que poco importa lo que opinemos.







MUNDO FELINO

Mundo felino

Domingo 14 de agosto de 2011
Diario El Litoral
Stella Arber
 
Un grupo de gatos descansan tranquilos, instalados en sus almohadones de la céntrica vidriera de la galería Estudio 24. Todos ellos son parte de una serie realizada por el artista Domingo Sahda, que no es la única vez que toma a este animal como centro de su trabajo visual.

En ellos se puede observar una variada y amplia gama de especies dentro de la familia felina, diferencias expresas que sostienen todo el tiempo, la dúctil plasticidad que caracteriza a los mismos.

Aparentemente no es la idea del artista tratar de reproducirlos aproximándose lo más posible a sus conformaciones específicas, sino que los alude, los emula en estas representaciones y deja claro de qué especimenes se trata, siempre estableciendo de algún modo una relación directa con el modelo en cuestión, que en ningún caso posa para atender plenamente a sus detalles físicos.

Están realizados en cerámica, de rústico tratamiento en general, con el aporte de esmaltes en algunos casos y pátinas puntuales para dar con los tintes justos que necesita para acentuar rasgos, gestos o posturas. La gama cromática es acotada, neutros y grises de color son los utilizados y funcionan como apoyatura de las formas y estructuras que se perciben sin tensiones ni sobresaltos.

El artista procura incorporar como fundamental la conexión con los objetos de referencia, que se puede ver claramente y los presenta convertidos en tiernas mascotas predispuestas a las caricias y mimos de quien se les acerque, así como también marca subrepticiamente en sus expresiones la encarnación del salvaje instinto de cazador, elevándolo a su esencia absoluta para lo que fueron determinados por naturaleza. Nos muestra así, un delicado universo de ternura en apariencia, aboliendo a sabiendas todo rastro de violencia, ocultando la instancia de la amenaza latente, del zarpazo agazapado, y de la lucha por la presa que ejercen los gatos en presencia de un objetivo puntual. No deja dudas de las fuerzas destructivas que tienen implícitas, algo de lo que no se pueden sustraer, ni pueden evitar. Desdoblamiento que los caracteriza y que no escapa al artista en el momento de lograr las expresiones de sus criaturas atravesadas por lo feroz y lo sensual al mismo tiempo.

Es decir son los gatos propios de Sahda, esos que portan su belleza intrigante, que expresan misterio y que todo el tiempo fluctúan en la dualidad cósmica entre lo divino y lo demoníaco.

Por momentos encarnando tal vez alguna deidad a la que debiéramos rendirle culto y veneración, o asociados a algún status social intocable, la presencia enigmática de algunos de ellos sólo se ve afectada por el legendario misterio que traen de sus ancestros, que la refuerza más aún. Sabedores de su condición, nos observan inconmovibles desde el privilegiado púlpito sagrado de su impenetrable y arcano mundo.

Oscuridades ancestrales, significaciones ocultas, adoraciones paganas, o encarnación de deidades, todos los gatos de Sahda aún momificados en la pasta en la que fueron hechos, son portadores de una fuerte y potente personalidad, los atributos que muestran en su corporeidad los definen con las características insoslayables de su especie, pero gozan de un atributo que los hace únicos, su imperturbable “libertad”, alejados de cualquier sujeción o sometimiento, los gatos no se subordinan a nada ni a nadie. Prerrogativa que se torna un privilegio tomado por su especie con facilidad y soltura desde tiempos inmemoriales. Beneficio que los hace admirables y los transforma en símbolos absolutos de la ruptura de la esclavitud.

Atractivos, sensuales, privilegiados o adorados celebran una reunión imperdible en el centro de nuestra ciudad.

En homenaje a “Nacha”

(1989 – 2009)

MARÍA LUZ SEGHEZZO

Juego de marionetas
5 de agosto

Bailarinas, mimos, maniquíes y marionetas aparecen en las imágenes de María Luz Seghezzo, una pintora porteña que hace de su obra una directa experiencia con el mundo de la representación, y de ella una inmediata relación con lo figurativo como objeto peculiar en su repertorio.

Hay en María Luz una actitud de naturaleza íntima en lo pictórico, una particular entrega que hace a la experiencia de lo profundo, de lo intenso como recurso creador.

La artista no puede prescindir de la línea argumentativa al suspender sus imágenes sobre las telas, siempre hay un relato visual que acompaña, sus obras.

Podría decirse que la personalidad de la artista no aparece solo como sujeto que realiza, sino como objeto mismo de lo que genera, en términos de experiencia estética.

Sus figuraciones son puramente imaginativas con ribetes fantásticos; percepción y conciencia creativa van de la mano, dando fuerza y vivacidad a sus imágenes.

La simple visualización de cada una de ellas implica una inmediata sensación de entendimiento, hasta que uno trata de acapararlo todo y allí se presenta la barrera de lo inmanente subjetivo de su autora. Creadora de atmósferas por excelencia, el aura metafísica de cada imagen, con personajes rígidamente plantados en escenografías imposibles en la realidad, figuras humanas devenidas en marionetas cumpliendo la rigurosa función asignada, permiten a nuestros sentidos actuar con energías apropiándose de cada escena, y como en un reflejo correctivo, el ojo se adecua, asocia, percibe y ve, seguramente alcanza lo que subyace en la obra, aunque sea parcialmente. Así el juego propuesto de los muñecos humanizados, produce la conexión posible desde lo simbólico, ahí se aclara todo, se proyecta y se descubren los códigos comunes.

Aparecen regiones múltiples y hasta ideas que lindan con lo filosófico, y se ponen en evidencia datos que poseemos y que descubrimos al mirar las obras.

Las caracterizaciones de los personajes son impecables, María Luz Seghezzo pinta con todas las tradiciones pictóricas sobre su espalda, no ahorra horas de trabajo sobre cada obra, se ocupa de que materiales, modelos, temas y procesos se sostengan en igual medida. Avanza descubriendo el carácter distintivo de cada imagen, dando cuenta de lo pictórico formal a la vez que determina el lenguaje de última generación en su estrategia estética. Estamos en presencia de una pintora, de una artista que asume la pintura como su herramienta de anclaje, no solo a las artes visuales, sino como un lugar desde donde asirse a una persistente y continua determinación por el goce de lo clásico incluido siempre en sus obras y lanzado desde ese respaldo conciente, al universo actual del arte.

La artista se establece en un nicho visual, fuera de modas y tendencias, que se puede pensar como un desafío personal y una interna razón de peso para su trabajo pictórico, haciendo de este, una verdadera manifestación de su pensamiento fundido con su hacer, logrando de este modo un fundamento de apropiación que le es singular y exclusivo.


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